A veces, para comprender la compleja psique humana, me imagino la mente como una casa con muchas habitaciones.
Hay habitaciones que tienen las puertas abiertas y podemos visitar cuando deseemos. Esas habitaciones están llenas de consciencia, nos aproximamos a ellas cuando…
- Deseamos conocer más de nosotros mismos, de nuestra mente, de nuestras heridas.
- Accedemos a estas habitaciones para recordar experiencias pasadas.
- Para re-conectar con partes de nosotros mismos que ya no existen.
- Y para conectar de nuevo con seres amados que ya no viven.
- Algunas habitaciones, incluso, nos ayudan a proyectarnos en el futuro y entramos en ellas cuando nos plantemos metas. Es la habitación de los sueños vitales.
Hay otras habitaciones que están cerradas, inconscientes. Entre ellas, tenemos…
- La habitación de la disociación: La puerta de esta habitación, la abre nuestro inconsciente, de modo que no podemos controlar conscientemente lo que hay en ella. Esa puerta se abre y se cierra para almacenar todo aquello que es demasiado impactante para ser procesado en el momento. Es la habitación de los traumas, de las experiencias que pesan demasiado emocionalmente. El problema es que si no abrimos esa habitación de manera consciente, acabará por llenarse de fantasmas que saldrán de otras formas en nuestra vida.
- La habitación de la represión: En esta habitación, introducimos aquellas cosas que no sabemos (o no queremos) gestionar. A nivel emocional, es una habitación que conscientemente abrimos su puerta e introducimos en ella esas emociones que no entendemos o que nos angustian demasiado. La represión es un control consciente de lo que sentimos, aunque lo guardamos para no verlo, no sentirlo, negando su existencia.
Lo natural es sentir emociones, pero en un mundo donde la sensibilidad y vulnerabilidad son vistas como una debilidad en lugar de como una fortaleza, hemos creado mecanismos para alejarnos de lo que sentimos y por tanto, de lo que SOMOS.
Cuando llevamos mucho tiempo reprimiendo nuestras emociones, nos olvidamos de que existe esa habitación de emociones almacenadas e incluso nos cuesta un esfuerzo sobre-humano, encontrar de nuevo la habitación. Porque la represión emocional se ha convertido en nuestra única estrategia de gestión emocional.
Y cuando esa habitación está llena, llega la ansiedad, la depresión o las somatizaciones, para hacernos despertar y hacernos conscientes del almacén abarrotado de emociones que hay en nuestro interior. Solo con una llamada de atención lo suficientemente potente, podemos recordar que existe la habitación de las emociones reprimidas.
Los mecanismos de la represión emocional
La represión emocional es un mecanismo protector de la psique, pero cuando lo usamos como la única estrategia de gestión emocional, aparecen los problemas. Algunos de los mecanismos de represión emocional, son…
- Invalidar nuestras emociones: En todo proceso de represión, hay un rechazo profundo hacia lo que es… ya sean emociones, pensamientos, nosotros mismos u otras personas. Cuando no damos validez a nuestras emociones, estamos juzgando que aquello que sentimos, está mal, que debería ser de otra manera. Todas las emociones son necesarias y positivas porque traen mensajes. Cuando nos desconectamos de las emociones, nos desconectamos lentamente de la vida y de nosotros mismos.
- Ignorar las emociones: Otro mecanismo de la represión emocional, es desviar nuestra mirada interna de lo que sentimos. Supone ponernos una venda para no ver ni sentir las emociones. En este proceso de ignorar las emociones, hay mucho de “bypass racional”, sentimos la emoción en el cuerpo pero mentalmente nos auto-convencemos de que no sentimos nada.
- Fingir que sentimos algo que no sentimos: Somos grandes actores cuando se trata de esconder lo que realmente sentimos. Llevamos una máscara con nosotros todos los días, porque nos hemos convencido que está mal hablar de las emociones, que si hablamos de eso, los demás lo utilizarán en nuestra contra. Por eso nos vamos retrayendo y nos desconectamos de la emoción genuina y verdadera. Llevar una máscara cada día de nuestra vida, es un peso tan grande, que nos alejamos de la vida y de nuestra verdadera esencia. Por eso sonreímos cuando en realidad estamos tristes, por eso la ira se expresa más que el dolor emocional.
- Evasión: Otra gran estrategia de represión emocional es la evasión, que consiste en utilizar ciertas actividades o acciones para alejarnos del dolor. Es habitual que ante emociones intensas y dolorosas, muchas personas acudan al alcohol, las drogas, la comida, el exceso de socialización, el sexo, los videojuegos o las redes sociales. Hay quienes se auto-lesionan porque creen que el dolor físico, de alguna manera, puede reducir el dolor emocional. Todo esto se hace para ahogar la emoción, lo que se nos olvida es que tras hacer esas cosas, la emoción vuelve porque no ha sido escuchada.
- Desconexión interna y externa: Cuando reprimimos emociones, en realidad nos estamos desconectando de nosotros mismos, nos volvemos ciegos ante algo que no podemos negar, porque lo sentimos en nosotros y en nuestro cuerpo. Cuando el proceso de desconexión interno ha comenzado, se va ampliando hasta llegar a desconectar de otros. Porque cuando reprimimos las emociones, dejamos de ser quienes somos, nos convertimos en un personaje creado, dejamos de ser honestos con nosotros y no lo podemos ser con otros. Por eso salir de la represión emocional es tan importante, porque solo así podremos recuperarnos a nosotros. Nos sentimos perdidos, nos convertimos en autómatas.
Saliendo de la habitación de la represión emocional
Hay esperanza, querido lector. Podemos abrir la habitación de la represión emocional, podemos abrir sus ventanas para que el aire fresco limpie lo almacenado. Puedes dejar esa puerta abierta y lo puedes hacer con cosas tan sencillas como…
- Conectarte al cuerpo: Para re-conectarnos con la emoción, el camino más directo es el cuerpo. A pesar de ser el camino más recto, no siempre es fácil. Porque tras años y años de desconexión emocional, también nos hemos desconectado del cuerpo y somos incapaces de interpretar adecuadamente las señales físicas de la emoción. Por eso en terapia, hacemos un trabajo de re-conexión física para re-conectar con nuestras emociones. Es un viaje de auto-descubrimiento muy bonito, porque en este camino, volvemos a sentirnos a nosotros plenamente. Comienza cerrando tus ojos, tomando 3 respiraciones profundas y sintiendo el movimiento del aire en tu cuerpo.
- Atravesar la emoción: Al comenzar a re-conectar con el cuerpo y sus sensaciones, empezamos a escuchar a la emoción. Una vez que identificamos una emoción, la parte más difícil es quedarnos con ella, atravesar a la emoción en toda su magnitud y belleza. Este es el paso más difícil porque nos exponemos de nuevo a todo aquello que hemos evitado durante años. Pero cuando te quedas un rato con la emoción y sus sensaciones, te das cuenta de que ella sola se desgasta y desaparece. Ganamos tolerancia a las emociones y nos hacemos más fuertes y resilientes, cuando tenemos el valor de quedarnos con nuestras emociones, sabiendo que no duran para siempre.
- Estar presente: Los dos pasos anteriores supone estar presentes en nosotros, en nuestra piel, en nuestra mente, acompañando a las emociones… esas mensajeras físicas, químicas y espirituales, que nos ayudan a transitar por la vida. Estar presente es quedarme conmigo, es mantenerme junto a mí cuando loa tormenta emocional llega y cuando se va. Estar presentes nos ayuda a aceptarlo todo, comprendiendo que las emociones son pasajeras, al igual que los pensamientos. Y cuando me hago consciente de la impermanencia de las emociones, soy más libre, puedo ser más yo.
- Comunicar tus emociones: Cuando estoy presente en mí, cuando me acostumbro a escuchar mi cuerpo y atravesar mis emociones, estoy en disposición de ser quien realmente soy. La comunicación emocional es el pilar básico de toda relación honesta. No se trata de explotar de ira, sino de explicar qué es lo que nos molesta cuando el suceso ocurre. Deja de guardar en la habitación de la represión lo que sientes y comienza a comunicarlo antes de que todo explote. Pero solo podrás comunicar lo que sientes, cuando sepas qué es lo que sientes, por eso todo empieza en ti.
“Las emociones no expresadas, nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas”
– Sigmund Freud –


