La mente humana me sorprende cada día por su enorme complejidad. Cuanto más profundizo en ella, más honda es mi sensación de que nunca la llegaremos a comprender del todo.
Algo que he ido aprendiendo en más de una década atendiendo pacientes, es que la mente humana tiene miles de mecanismos…
- Mecanismos protectores: Son una especie de “airbag” emocional. Nos ayudan a incorporar a nuestra psique, experiencias difíciles que requieren tiempo y trabajo interno para ser integradas del todo. Este airbag emocional se activa ante traumas, información impactante a nivel emocional, enfermedades o pérdidas importantes.
- Mecanismos de defensa: Son estrategias inconscientes para defendernos de un daño emocional intenso. Los mecanismos de defensa más conocidos son: Negación, disociación, control, proyección, introyección, represión, racionalización o aislamiento, entre otros. Es gracias a estos mecanismos, que somos capaces de sobrevivir incluso en entornos muy caóticos o extremos.
- Mecanismos reguladores: Son aquellos que nos ayudan a mantener el equilibrio emocional. Estos mecanismos tienen que ver con la regulación de emociones, pensamientos y el auto-diálogo. Son la clave para salir del laberinto de los mecanismos de defensa y protectores.
Hoy quiero hablarte de un mecanismo protector: la anhedonia. Debe su nombre al griego y nos se refiere a la incapacidad de experimentar satisfacción con actividades o aspectos de la vida, que antes nos resultaban placenteros.
Considero a la anhedonia un “airbag emocional” porque literalmente, hace que nuestro cerebro procese el placer y bienestar de una forma más sutil, como si estuviéramos algo anestesiados.
Y aunque pueda parecer un efecto suave, cuando la anhedonia nos acompaña un tiempo (meses o años), comenzamos a sentirnos alejados de todo: de nuestra vida, de nosotros, de los demás. Y genera una sensación incómoda.
Así, la vida se convierte en algo monótono, donde no se disfruta de lo bueno y por tanto, la vida pierde el sabor que tenía antes. A veces me imagino la anhedonia, como si dejáramos de ver los colores y toda la vida fuera en blanco y negro. Solo que el blanco y negro se extiende en nuestras emociones, pensamientos, en nuestras relaciones y en toda nuestra vida.
Radiografía de la Anhedonia
La anhedonia no es un trastorno en sí mismo, sino más bien un signo o síntoma de un proceso psicológico y/o emocional subyacente, nos señala que algo no está funcionando bien del todo en nuestra mente, como la fiebre anuncia la presencia de un virus en el cuerpo. Podemos hablar de dos tipos de anhedonia…
- Anhedonia motivacional: Tiene que ver con la pérdida de deseo y motivación para realizar alguna actividad.
- Anhedonia consumatoria: Se refiere a la ausencia de satisfacción y disfrute cuando se realiza una actividad que antes nos motivaba y gustaba.
La anhedonia es uno de los principales síntomas de la depresión. Aunque no es exclusivo de ésta, también puede estar presente en la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático, en los trastornos de la conducta alimentaria, en el abuso de sustancias e incluso en la esquizofrenia.
Por lo que he podido ir aprendiendo a través de mis pacientes, la anhedonia también surge como un mecanismo protector cuando estamos en una etapa vital con mucho cambio emocional que nos lleva a vivir en una “montaña rusa emocional”. La anhedonia, trata de equilibrarnos al retirar el exceso de energía emocional, aunque para ello, nos aleje de las sensaciones propias de la vida.
A nivel cerebral, la anhedonia aparece cuando descienden los niveles de dopamina en nuestro cerebro. Este neurotransmisor, la dopamina, está implicado en los procesos de motivación, atención, placer, recompensa, nuestros movimientos e incluso en la manera en que pensamos. Se ha observado que la anhedonia, se desarrolla en 4 etapas…
- Reducción del apetito: Es su primera manifestación, no se disfruta de la comida y bebida.
- Desaparece la motivación y deseo de realizar actividades porque desaparece toda satisfacción.
- No hay deseo en descansar y recuperarse: A medio-largo plazo, genera un profundo agotamiento.
- Desaparece el deseo sexual y el de socializar.
Las extensiones de la anhedonia en nuestra vida, son muchas…
- Nos aleja de nosotros aunque nos invite a recluirnos en nuestro interior.
- Nos aleja de los demás por ser incapaces de conectar genuinamente.
- Ese aislamiento se supone que nos equilibraría, pero no siempre se logra.
- Nos conduce a la desmotivación profunda.
- Provoca la procrastinación porque nada nos genera curiosidad.
- Es un bloqueo que nos impide ver las cosas positivas de la vida.
- Nos desconectamos de aquello que pueda agotar nuestra escasa energía.
- En algunas personas, puede llevar a la ideación suicida por la pérdida de sentido de la vida.
La clave está en transformar este proceso de alejamiento de la vida para poder re-conectar genuinamente con quiénes somos y con todo lo que nos puede ofrecer la vida.
Cómo transformar la Anhedonia
Comprender que existe la anhedonia, puede liberarnos de un peso emocional muy grande. Para transformarla y vivir plenamente de nuevo, hay algunas cosas que podemos hacer…
- Comprender su origen: No es lo mismo una anhedonia que surge asociada a la depresión o a otro trastorno psicológico, que a la que aparece por estar en un momento emocionalmente inestable. Si no comprendemos el origen correcto de la anhedonia, no la podremos transformar adecuadamente. Para este primer paso, es importante acudir a un profesional de la salud mental que nos acompañe en el proceso de descubrimiento.
- Re-conexión sensorial: Dado que la anhedonia nos aleja del disfrute de la vida y nos desconecta de todo cuanto nos rodea, parte del trabajo sería enseñar de nuevo a nuestro cerebro a conectar con el mundo que nos rodea y no hay mejor forma que re-conectar con nuestros sentidos. Exponte a estímulos visuales de colores intensos, escucha música que te guste, conecta con tu piel a través de un masaje de manos, huele aromas que te hayan gustado antes y come esa comida que siempre ha sido tu favorita, comiendo conscientemente.
- Elevar los niveles de dopamina cerebrales: Podemos elevar de manera natural los niveles de este neurotransmisor, a través de alimentos que contengan elevados niveles de tirosina, como: chocolate, sandía, almendras, plátanos, aguacates, carne, té verde, lácteos, arándanos y soja. Evita el café y el azúcar.
- Cambio de hábitos: Tener unos hábitos saludables, nos regulan y equilibran… pon en práctica pautas de higiene del sueño, crea una rutina de tres comidas al día, crea una estructura diaria con horarios fijos para despertarte, hacer las comidas y dormir.
- Escuchar música: Hay estudios que han demostrado que escuchar una canción que nos gusta y genera ese escalofrío de emoción que nos recorre el cuerpo, aumenta la segregación de dopamina en el cerebro.
- Ayuda a otros:Conectar con emociones como la empatía y compasión, nos ayuda a re-activar las áreas cerebrales de la recompensa, al tiempo que nos conecta con otros.
- Aumenta tu gratitud diaria: La gratitud es la llave que nos abre la puerta de la felicidad. Apunta cada día 3 cosas por las que estás agradecido y si tu anhedonia te impide percibir nada, escribe al menos 3 cosas que no te desagradan.
- Meditación y Mindfulness: La clave del equilibrio emocional, está en vivir en el presente. La práctica de mindfulness en su vía formal (meditación) e informal (realizar actividades de manera consciente), nos ayuda a conectar con las pequeñas cosas de la vida.
Tal vez al principio no notes cambios drásticos, pero te invito a persistir en estas prácticas para volver a conectar con todo lo que la vida te ofrece. Y no te olvides de buscar ayuda profesional.
“Disfruta la satisfacción de hacer bien las cosas pequeñas”
– H. Jackson Brown –