La identidad es una cuestión compleja que se desarrolla desde antes de nuestro nacimiento. 

En el útero, nuestra carga genética heredada, ya marca la estructura esencial de nuestra personalidad y, por tanto, de nuestra identidad. 

Después, a lo largo de nuestra vida, seguiremos evolucionando, seguiremos transformándonos, pero siempre desde ese andamio inicial que heredamos. 

La identidad evoluciona al tiempo que crecemos, que tenemos experiencias, que afrontamos retos y cerramos ciclos vitales importantes. En cierta medida, la identidad es cambiante, es flexible, se adapta a nuestra vida y hábitos. Por eso, yo no soy la misma hoy que cuando tenía 18 años… y agradezco esa evolución. 

¿Quién soy yo?… la gran pregunta, la que nos cuesta responder. Tendemos a acudir a cosas que hemos hecho o hacemos para explicarle a otro quiénes somos… Innumerables veces he comenzado a decir que soy… “Elena, psicóloga, introvertida, persona altamente sensible, tranquila…”. Todo eso es cierto y al mismo tiempo, nada lo es. 

Mi identidad no la define lo que hago… aunque es una parte esencial de mí. Mi identidad no es definida por mi nombre… porque existen millones de personas con mi nombre. 

¿Qué es realmente lo que define mi identidad?… lo que he vivido (aunque es efímero), cómo interpreto lo que me ocurre (es duradero), cómo reacciono a las adversidades, cómo afronto las alegrías, cómo siento y pienso, mi capacidad de observarme y transformarme, cómo me relaciono conmigo misma, con mi cuerpo y con los demás, aquello que me da paz. 

La identidad es un constructo complejo y para estar actualizados sobre quiénes somos en cada momento de nuestra vida, necesitamos estar en contacto con nuestro interior, necesitamos observarnos, dedicarnos tiempo para regular nuestras emociones y estar en silencio con nosotros mismos. 

La auto-observación es una capacidad humana única. Nos permite estar en contacto con nuestro cuerpo, con nuestra mente y emociones, nos ayuda a entender aquello que nos duele y trascenderlo, nos permite disfrutar plenamente del presente… sea como sea. 

La sanación interior llega cuando tenemos el suficiente coraje para mirarnos sin esconder nada… observando nuestra luces y sombras, sabiendo que no somos uno ni lo otro, sino una suma perfecta de partes e islas que nos hacen seres completos. 

Nuestras islas de la personalidad

En la película de Disney, “Del Revés 2”, hablan de la personalidad como de islas que nos conforman. Así, tenemos islas de la familia, los amigos, hobbies, habilidades, etc. 

En base a las “islas de la personalidad”, los recuerdos mezclados con emociones y los mensajes que hemos escuchado toda la vida cuando se han referido a nosotros, dan forma a las creencias sobre nosotros mismos y la vida.

La base de quiénes creemos que somos, creo que se encuentra en nuestras creencias. Hay muchos tipos de creencias…

• Creencias limitantes: Son aquellas creencias que nos indican lo que no podemos lograr, son una profecía auto-cumplida. Estas creencias las solemos aprender de nuestro entorno desde que nacemos… ya sean creencias verbalizadas u observadas a través de nuestra familia. Marcan lo que está “bien” o “mal” y tratan de guiarnos, aunque a veces pueden limitarnos. Se esconden en los “Nunca” y “Siempre”. 

• Creencias potenciadoras: Son creencias que potencian nuestras habilidades y actitudes positivas. Las sentimos como una voz amable y amorosa que nos alienta a continuar cuando afrontamos un reto. Cuanto más nos conocemos, nos tratamos con amabilidad y nos observamos sin juzgarnos, más creencias potenciadoras tendremos… está en tu mano. 

• Creencias heredadas: Pueden ser de muchos tipos. Algunas son limitantes porque se han desarrollado a partir de experiencias de otras generaciones y de sus miedos. Otras son creencias potenciadoras que nos dan la confianza que necesitamos, éstas nacen del amor. En ocasiones sentimos que una fuerza oculta nos guía en la vida… tal vez sean estas creencias de tus antepasados. 

• Creencias basadas en la experiencia: Nuestra vida estará llena de retos y esas experiencias, pueden marcar nuestras creencias en torno al amor, las relaciones, el dinero, el trabajo, la amistad y la vida en general. Una sola experiencia muy impactante, puede dar lugar a una creencia muy fuerte… aunque debemos recordar que una sola experiencia, no es representativa de la vida y de nosotros. 

• Creencias sobre nosotros mismos: Podemos creer en nuestras capacidades o en la ausencia de ellas.  No se trata de creer que podremos lograr cualquier cosa… se tata de conocernos tan bien, como para saber cuáles son nuestros límites, lo que podemos hacer y lo que no. Esto no es limitarnos, es conocernos bien para evitar frustrarnos. Tu identidad puede cambiar dependiendo de lo que crees de ti mismo. 

Identidad desde las luces

Las luces interiores son aquellas habilidades, actitudes o islas de la personalidad, que nos gustan. Es probable que hayamos desarrollado intencionadamente alguna de estas islas llenas de luces porque nos gusta la imagen que proyecta de nosotros, otras veces las creamos porque nos satisfacen y nos permiten vivir mejor. 

Por lo general, las luces tendemos a expandirlas, a nutrirlas para que ocupen más espacio en nosotros. 

Nuestra identidad desde las luces es lo que resaltamos cuando alguien nos pregunta cómo somos. Es la imagen que deseamos mostrar a los demás. Y aunque estas luces forman parte del ser complejo que eres, no es todo lo que te compone. 

Recuerda que estás formado por muchas islas… unas más fáciles de explorar y de vivir en ellas, otras algo más complicadas… y tú eres la suma de ellas. Así que no te simplifiques no te apegues demasiado a esas etiquetas… eres mucho más. 

Identidad desde las sombras

El subconsciente está lleno de sombras… fantasmas vagando por nuestro ser, fantasmas que están formados de recuerdos y emociones que hemos rechazado, que hemos relegado al rincón más lejano y oscuro de nuestro ser para poder olvidarlas. 

Pero algo extraño ocurre con esas sombras… y es que al esconderlas y rechazarlas, se hacen tan grandes que nos invaden, que guían desde el silencio nuestros actos, nuestros vínculos y nuestras decisiones. 

La sombra solo es un dolor tan grande, que no pudimos procesar en su momento y lo dejamos almacenado para que no nos estorbara, para que no fuera un obstáculo en nuestro camino vital. 

Todo dolor ha de ser expresado, hablado, llorado. Porque aquello que se esconde, renace con más fuerza. Todo aquello a lo que nos resistimos, se hace más visible en nuestra vida. 

La sombra es aquello que juzgamos como indeseable, es aquello que repudiamos de nosotros mismos. Pero la sombra puede ser transformada en otras cosas…

• En comprensión hacia lo ocurrido. 
• En empatía hacia nosotros mismos. 
• En compasión y amor que volcamos en nosotros mismos. 
• En luces internas que se convertirán en nuestras guías. 
• En límites que nos ayudan a cuidarnos.
• En resiliencia y fortaleza emocional. 
• En una mirada más amplia y profunda sobre la vida, nosotros y los demás. 

La sombra solo es un dolor que se ha tenido que esconder porque no se sabía manejar en aquel momento. 

Pero cuando nos conocemos y aprendemos a cuidarnos, esas sombras son aliadas en nuestra evolución, el trampolín desde el que liberarnos de esas cadenas invisibles que siempre hemos sentido que nos mantenían presos. 

Tus sombras no son el enemigo, esos fantasmas solitarios que vagan por tu interior solo anhelan tu atención, tu comprensión. Ese fantasma que antes te aterrorizaba, puede ser tu gran aliado, una sabiduría antigua que te protege y que se convertirá en luz gracias al amor hacia ti mismo y la ausencia de juicio. 

No hay nada mal en ti… acepta todo lo que te conforma… con sus luces y sus sombras… porque todo puede ser transformado en la alquimia de tu psique. 

* Contenido creado por un ser humano en su totalidad. No ha sido consultada ninguna Inteligencia Artificial (No IA). 

“La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado”

– José Saramago –