Tal vez hayas oído que hay personas que abrazan árboles.
Y tal vez te ha parecido algo extraño y un tanto ridículo.
A mí también me parecía algo raro hace unos años… pero a lo largo del tiempo he abrazado varios árboles y cada uno de ellos me ha susurrado diferentes sensaciones.
Creo que abrazar un árbol es como abrazar a una persona… conectamos más profundamente y compartimos los latidos de nuestro corazón, sincronizándonos.
Acompáñame a través de un viaje con tres paradas, donde te mostraré lo que me ha enseñado cada árbol que he abrazado.
La destrucción de la naturaleza
En 2012, pasé mis vacaciones en un chalet al lado de la playa, en Galicia.
Era un lugar maravilloso donde podía leer rodeada de naturaleza y oía el cantar de las gaviotas a mi alrededor.
En ese jardín, había un árbol que me llamó la atención. Y un día decidí abrazarle.
Debo reconocer que me sorprendieron las sensaciones e imágenes que llegaron a mí.
Porque hablaban de destrucción.
Aquel árbol me estaba transmitiendo su tristeza por la destrucción que hacemos los humanos del mundo natural.
Y llegaron a mi mente imágenes de incendios forestales, de mares contaminados y entre todas esas imágenes y sensaciones de destrucción, podía sentir el grito de aquel árbol que lloraba por sus hermanos.
Cuando me separé del árbol, sentí tristeza por cómo nos comportamos los humanos y destrozamos el mundo del que provenimos. Porque no comprendemos que la naturaleza puede vivir sin nosotros, pero nosotros sin ella, es imposible.
Esta experiencia no me dejó indiferente ni me quitó las ganas de seguir abrazando árboles.
El árbol de ciudad
El siguiente árbol que abracé, fue en un parque muy cercano a mi casa.
Era un árbol antiguo, su gran tronco y sus espesas ramas, me hablaban de sabiduría y por eso decidí abrazarle.
En aquella ocasión, no vinieron a mí imágenes ni sensación ninguna… Más bien me llegaba un absoluto silencio de su parte. Y eso me extrañó un poco.
Tras separarme de este árbol de ciudad, comenzó a aparecer un extraño dolor de cabeza que nacía del centro de mi frente.
Mi hermano abrazó al mismo árbol y le ocurrió lo mismo.
La conclusión a la que llegué, es que aquel árbol había perdido su esencia.
Rodeado de contaminación y próximo a una carretera muy transitada, sentí que se había perdido a sí mismo.
Y reconozco que a veces a mí me pasa igual. Que tras llevar muchos meses en ciudad, me desconecto de mí misma, y de mi cuerpo y es ahí cuando llega el estrés porque mi energía se ha desequilibrado.
A pesar de todo, sentarme bajo las ramas de los árboles de un parque cosmopolita, siempre me ayuda a regular mi energía y mis emociones.
Abundancia y calma
En las vacaciones de este año, estuve en una casa situada delante de un bosque gallego mágico.
Cerca del jardín de la casa, había muchos árboles frutales… manzanos, melocotoneros e incluso árboles con kiwis.
Decidí de manera consciente, abrazar un árbol que además de vida, daba alimento. Y la experiencia ha sido distinta al resto.
El tronco del manzano no era demasiado grueso, pero se sentía fuerte y antes de abrazarle, toqué su tronco, suave y rugoso al mismo tiempo, observé cómo una enredadera zigzagueaba alrededor del tronco y sentí que era un árbol lleno de vida.
Cuando abracé este árbol, sentí una profunda calma. Llegaron a mí sensaciones de abundancia, era un árbol que nutría a otros. Y es que este árbol tenía un función específica… dar alimento.
Y eso habla de prosperidad y abundancia, de calma y serenidad porque parecía que ese árbol sabía su propósito y estaba feliz de poder cumplirlo.
Me sentí muy conectada a este árbol porque yo me he sentido así este año.
Por qué abrazar un árbol
El proceso de abrazar un árbol, es algo místico. Las civilizaciones antiguas, profundamente conectadas a la naturaleza, comprendían que en la naturaleza todo está conectado, incluso el ser humano con el mundo natural.
Para los celtas, los bosques era lugares mágicos, eran sus catedrales naturales. Y siempre me ha atraído la cultura celta… creo que por eso me gusta tanto el norte, porque en Galicia y Asturias hay vestigios de esta sabia civilización.
Tal vez te estés preguntando qué ventajas tiene abrazar un árbol. Hoy te daré algunas de ellas…
- Reduce el estrés y la ansiedad.
- Mejora nuestra capacidad de atención.
- Combate los estados mentales nocivos.
- Refuerza nuestro sistema inmune.
- Reduce el dolor y regula nuestra temperatura corporal.
- Regula la presión arterial.
Recuerda que todas estas ventajas las obtienes también al pasear por un bosque o al practicar “Shinrin-yoku”. Si quieres aprender más de este tema, acude a este post de mi blog.
Al escribir estas palabras, reflexiono si tal vez los árboles me han mostrado una u otra cosa dependiendo de la etapa vital en que me encontraba.
Y es que al echar la vista atrás, comprendo que he tenido épocas turbulentas donde no me sentía cómoda. Tal vez por eso los dos primeros árboles me mostraron sensaciones desagradables.
Y tal vez por eso mismo, este último árbol, me ha mostrado sensaciones y emociones que estoy sintiendo en mi día a día. Como si los árboles reflejaran lo que hay dentro de mí… de mi alma.
Acude a la naturaleza… sumérgete en sus sonidos, en sus olores, observa los colores naturales que te rodean y deja que tu mente se pierda en el verde de las hojas, en el azul del cielo y el blanco de las nubes.
Y recuerda… tu mente es como el cielo azul y las nubes, son pensamientos.
Abrazar un árbol es natural… tan natural como tú